“Sábado 22 de Marzo”
En realidad sería Domingo, ya que son las cinco de la
mañana… no puedo dormir. De verdad que no. Harry está muerto, machacado y
triturado. Se ha acostado con los zapatos y ni siquiera se ha quitado la
túnica. Diría que literalmente se ha tirado a la cama… eh… bueno, ya me
entiendes. Así que no tengo a nadie más
al que pueda contarle esto. Y bueno… tú al menos eres algo. Voy... voy a
intentar ir por partes, para no liarme. Remontémonos a las cinco de esta tarde.
Ya tenía todo listo (en realidad encontré mi túnica diez
minutos antes de que empezara el baile) y los alumnos (ejem, alumnas) estaban
nerviosos y excitados por tal idea. El baile sería en dos horas. A lo largo de
la semana no había boca que no nombrase algo del baile, o de la decoración que
presentaría o la música que se tocaría... y sí, tuve que perfeccionar lo del
bailar. Practiqué un par de ocasiones en la Sala de los Menesteres con Hermione
(al igual que Harry lo hizo con Ginny). Bueno, al menos sabría más o menos como
manejarme sin romperle ningún hueso a nadie; sin beberlo ni comerlo ya tengo
asegurados, al menos, tres bailes. Lia me dijo que si podía reservarle uno, y
por supuesto, no me iba a negar (digamos que a Hermione no le entusiasmó mucho
la idea; me respondió con un simple “Haz lo que quieras” y, todos sabemos que
eso significa “Si bailas con ella te tiraré una lámpara a la cabeza” pero… no podía
negarme porque… bueno, porque sería muy… desconsiderado, eso, muy desconsiderado). Ayleen Haden también me pidió que le guardara
uno, y así lo hice, puesto que ella como Lia son dos buenas amigas. Podría
hacerlo todo con facilidad (o eso creía) y sin que me faltase tiempo, ya que
Hermione vendría bien entrada la noche, ya que era el cumpleaños de uno de sus
familiares e insistió en que no le acompañase nadie.
Y dieron las siete de la tarde.
Bajé al Gran Comedor, dónde, a sus puertas, estaban
aglomerados cientos de alumnos. Chicas,
con vestidos de varios colores, como rosa pastel, azul claro, crema (que, por
cierto, me dio hambre) hasta el más destacado de los rojos y amarillos (parecía
que iban a animar a nuestro equipo en un partido de Quidditch). Y chicos, muy contentos con sus atractivas acompañantes
(que cogían de la cintura como si fuese un preciado tesoro) hasta otros que
andaban resignados tras sus respectivas parejas, cabizbajos. Al fin abrieron
las puertas y, justo cuando iba a seguir al resto me di cuenta de que alguien
me daba un leve toque en hombro mientras pronunciaba un suave “Hola”. Era Lia. Me sonrió al darme la vuelta mientras
yo me fijaba en su vestido (cosa que no suelo hacer a menudo, eh); era
completamente negro al igual que las medias y los zapatos que usaba. Tenía
algunas costuras de encajes y no era ese tipo de vestido “princesa de cuento”
que la mayoría de las chicas llevaban. A pesar de ello…
-Te sienta muy bien ese vestido. –Dije, sin ni siquiera
pararme a saludar. Me sentí tan estúpido que hasta que ella no me respondió con
un indeciso “Gracias” estuve aguantando la respiración. Juntos, entramos al fin
al comedor. Estaba decorado como lo hubiese estado cualquier típico baile de
primavera; motivos florales, coloridos aperitivos (y con una pinta riquísima) y
muchos alumnos, ahora esparcidos por toda la sala. A pesar de que en el baile
había un ambiente bastante animado, a través de los ventanales se podía
entrever el tiempo tan horrible que hacía (Hagrid habría aprovechado para hacer
natación sincronizada, ya que no andaba por ahí). La pista de baile era
enorme (o no sé si era la impresión que
me causaba, ya que tarde o temprano tendría que pasar por allí) y en una
esquina se encontraba Libby Smith, que al parecer, era la encargada de la
música en este baile. Lia y yo nos acercamos a una mesa en la que se
encontraban hablando Irina, Ayleen y otra chica más que comía con insistencia
canapés (y a la que no tardé en unirme).
Empezó la música.
Muchas y diferentes canciones sonaron hasta que por fin
decidí bailar una (si sustituimos bailar por hacer el tonto moviendo los pies
como un pato) con Lia (a la que di tantas vueltas que no sé cómo no
acabo mareada). Después, me dirigí a la pista para cumplir la promesa que le
hice a Ayleen (ha sonado muy solemne y todo) y también bailé uno con Irina
Black. Ninguna de ellas tenía pareja. La verdad, no comprendía por qué… bueno,
yo creo que la chica de los canapés tenía pensado quedarse todo lo que quedaba
de baile con la bandeja (se metió hasta el último canapé que había en ella en
su bolso). Hablé con Harry, creo recordar, una milésima de segundo, ya que,
instantes después, pasó todo el tiempo en la pista de baile junto con mi
hermanita. Veía su cara de “Ron, sálvame o mátame rápido, por favor” a
kilómetros de distancia, pero sabía que lo mejor era dejarles intimidad. Y
tampoco quería llevarme una colleja de parte de mi hermana, qué narices. En
fin, tras bailar una última canción con Lia (y que mi hermana me dedicase una
mirada de recelo mientras agotaba a Harry bailando) decidimos sentarnos y
picotear (ejem, acabar con los aperitivos que había en torno a la mesa) un poco
mientras escuchábamos la siguiente canción. Ella se quedó callada, de repente
mientras prestaba atención a la letra, que parecía lo que ella estaba haciendo.
-¿Sabes? Esta canción me recuerda a ti. –Dijo, con una leve
sonrisa. Me quedé callado, mientras seguía escuchando la canción y fruncía el
ceño, sin comprender realmente. ¿Querría decir que me consideraba un buen
amigo? ¿Qué la hacía sonreír? ¿Qué… que había…? ¿Qué había robado su corazón?
Entonces me vino la melosa voz de mi hermana diciendo “A Lia le gustas, hermanito,
te lo digo yo” no, no, no. No es posible, simplemente… no tiene sentido aunque
lo tenga totalmente.
-¿Qué? ¿Por qué? –Dije, intentando pronunciar
tranquilamente, alzando las cejas mientras la rana de chocolate que me estaba
comiendo me hacía un nudo en la garganta.
-¿No sabes lo que significa? –Me preguntó, algo dudosa, inclinando
levemente la cabeza, intentando mantener su sonrisa que no podía evitar mirar.
-Mhmmm… sí, sé lo que significa. –Respondí, para después contestarle
(cosa de la que me arrepentí al instante)- Básicamente dice que… bueno, que ha
conocido a un chico. Que la hace sonreír y ha robado su
corazón, es lo único en
lo que puede pensar…
Ella asintió levemente.
-Exacto.
No pude decir nada más, y todo lo que pasaba por mi cabeza
sonaba realmente estúpido. ¿Qué podría decir ante tal declaración de la que se
había convertido en mi mejor amiga? No quiere decir que yo no haya pensado en… Nunca
me lo había planteado seriamente y no tenía ni idea de cómo reaccionar. Estaba
demasiado confuso. Simplemente dejé escapar un simple:
-Yo… bueno, yo en verdad… es decir… Lia. Yo… yo estoy con
Hermione. No…
Volvió a asentir, pero esta vez si su sonrisa reflejada en
el rostro.
-No te preocupes Ron. No hace falta que digas nada. Lo
entiendo. –acto seguido, se levantó, dispuesta a marcharse.
-No, Lianne… -dije, levantando la mirada hacia ella-. No te
vayas.
-Disfruta del baile, Ron. –sentenció, antes de marcharse del
Gran Comedor entre el alboroto y las risas del resto. Apreté tanto los dientes
que creo que me he destrozado un par de muelas. Esperé, sentado, pensando tal
vez que regresaría. ¿Y si iba a buscarla? No creo que la encontrase, y de ser
así, ¿qué haría entonces? Suspiré, y bajé la mirada al cromo que tenía entre
mis manos de la rana de chocolate. Entonces, en ese momento, alguien tocó mi
hombro. Dirigí mi mirada al frente, ilusionado por qué Lia hubiese regresado.
Era Hermione. Sonrió ampliamente mientras observaba su largo vestido blanco,
típico de una princesa de cuento. Sonreí de vuelta, intentando aparentar estar
alegre y me levanté, acompañándola a la pista de baile mientras echaba un
vistazo a la puerta.
-¿Ya has bailado con Lianne? No la veo por aquí… -me dijo
sonriendo, cuando terminó la canción.
-Se ha tenido que marchar. Pero sí, bailé con ella. –dije,
asintiendo.
Sonrío levemente y me llevó a la mesa en la que estaban
Ginny y Harry (completamente exhausto y empapado en sudor, lo que me provocó
una pequeña risa). Me senté junto a Harry dándole una palmada en el hombro
mientras Ginny y Hermione cuchicheaban a nuestras espaldas, mirándome de reojo.
-Mujeres, ¿eh? –Dije, bromeando a Harry-. Acabarán por
matarnos. –Harry río sarcásticamente, sin ganas-. Oh, venga –volví a insistir-
¿quieres un poco de ponche? –Harry asintió levemente, intentando recuperar el
aliento-. Vale, ¿te lo echo en la cara o prefieres bebértelo? –dije, mientras
traía un par de vasos de ponche y me arrebataba uno, casi al instante, para
beberlo de un trago
-Ron –sonó la voz de Hermione, cerca-. ¿Podríamos hablar un
momento? En privado.
Asentí, mirando a Ginny de soslayo, confuso por lo que
podría haberle contado a Hermione. Seguramente se trataba de Lia. Pero no nos
podía haber oído, estaba demasiado ocupada intentando provocar a Harry un paro
cardíaco.
-Ginny me ha contado que estabas hablando con Lianne y de
repente la ha visto marcharse. Y que
habéis estado muy acaramelados esta noche. –dijo, frunciendo el ceño y poniendo
una de sus manos en jarra.
-¿Qué? –Dije, alzando las cejas- ¿Todavía con esas tonterías
Hermione? ¿Qué pasa? ¿No puedo tener amigas?
-Ella no es tu amiga. –Rebatió ella-. Le gustas. Lo sé.
-Ah, ahora lo sabes todo, como siempre, ¿no? ¿Qué pasa, te
lo ha dicho?
-Pues claro que no. –Respondió cortante. Entonces vi que
alguien hacía un ademán de acercarse a mí, pero al ver a Hermione retrocedió;
¿sería Lia? No la distinguía claramente entre tanta gente- Ella es demasiado
cobarde como para decir las cosas a la cara. Seguramente se hará la mosquita
muerta y no se lo contará a nadie e irá dando pena por ahí.
-¡Mentira! –No podía creer lo que oía. ¿Tanto le disgustaba
realmente?
-¿Mentira? ¿Te ha dicho a ti algo, acaso?
-¡Pues sí! –Dije con enfado- Tan preocupada estabas… ¡ahora
lo sabes! Me lo ha dicho esta noche, sí. Y se ha marchado porque le dije que yo
te quería a ti. ¿Contenta? ¿Querías que perdiese a una amiga? ¿Esa era tu meta?
Muy bien, lo has conseguido Hermione.
-¡Lo sabía! No eran paranoias mías, ni de Ginny. Y ella… esa…
no volveré a hablarle en la vida.
-¡Qué madura! Bien te caía cuando te la presenté.
-Nunca me ha caído bien. Simplemente fui cortés. Y ahora lo
sé. Va a intentar alejarte de mí, no deberíamos volver a verla.
-¿Deberíamos? Sigue siendo mi amiga, a pesar de todo. Pienso
seguir hablando con ella y no me lo vas a impedir.
-¿La quieres más que a mí, entonces? ¿Antepones su felicidad
a la mía?
-¿Qué? ¡No! Yo solo… -Me arrepentí de haber comido tanto, ya
que era la primera vez que algo me pudiese a llegar a sentar tan mal al
estómago. Pero no eran los dulces. No sabía que contestar, ya que no pensaba
ceder, pero tampoco quería que Hermione se pusiese de tan manera. Al ver que no
respondía, indignada, se dio la vuelta y caminó hacia las puertas del comedor,
para salir de él. Había fastidiado el baile a dos chicas. Un nuevo record
personal, Ron. No tenía ganas de seguir allí y ya casi todo el mundo se
marchaba a sus salas comunes porque pronto iban a dar las doce. Me encaminé
hacia las puertas, cuando vi a Lia, junto a Irina, no muy lejos de mí. Quise
acercarme, pero entre tanta gente era imposible que ella pudiese oírme y
tampoco podía acercarme. Susurré su nombre inútilmente justo cuando el aviso de que eran las doce
resonó en la sala.
Y aquí estoy ahora. Un completo calzonazos, cuaderno, lo sé.
Y una larga historia, también lo sé. Son ya las siete de la mañana. No
intentaré dormir, ya que sería un desperdicio de tiempo. Aunque Harry parece
llevar bien lo de dormir bien tras seis horas seguidas de baile. Bajaré al Gran
Comedor, aunque no tenga mucha hambre… y después subiré a darle un almohadazo
en la cara a este dormilón, para alegrarme el día.
Ah, hoy empezaban las vacaciones de Pascua, por cierto.